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Trujillo: ausencias y carencias

In Botepronto on junio 23, 2015 at 4:14 am

Los mejores resultados electorales del PAN en mucho tiempo no parece coincidir con el mejor momento de su dirigencia.

El jefe estatal del PAN, Gerardo Trujillo Flores, convocó a un magno desayuno este sábado 20 de junio, a casi dos semanas de las elecciones, en un hotel de la ciudad de León. Se esperaban las presencias del gobernador del Estado y de todos los candidatos electos: alcaldes, diputados federales y locales.

No fue así. Pese al retraso en el arranque del desayuno, Miguel Márquez nunca apareció. Tampoco llegaron los alcaldes electos de León, Héctor López Santillana; de Celaya, Ramón Lemus Muñoz Ledo; ni el de Irapuato, Ricardo Ortiz; además de otros de municipios más pequeños.

Fallida la convocatoria de algunos de los principales personajes del triunfo panista del 7 de junio, el carácter triunfal menguó un tanto. Después vino el mensaje.

Trujillo consideró conveniente centrar su discurso en el tema de la corrupción. Se llenó de datos estadísticos para precisar que la crisis de deshonestidad en los gobiernos es una de las causas mayores de ineficacia del gobierno y falta de atención a problemas como el de la pobreza.

Por ello, les pidió a los nuevos servidores públicos “ser celosos guardianes y buenos administradores de los recursos públicos”.

Más allá del caso que puedan hacerle los próximos alcaldes que asistieron y los que no; así como los futuros legisladores, el discurso del dirigente estatal del PAN suena hueco, sobre todo a la luz de recientes ejemplos de flagrante dispendio y hasta de deshonestidad.

Cuando salió a relucir el escándalo de los moches aplicados por el líder de la fracción panista en el Congreso de la Unión, Luis Alberto Villarreal, a las partidas presupuestales destinadas a obras en los municipios, uno de los primeros en salir en defensa del diputado federal guanajuatense fue Trujillo, quien rápidamente argumentó: “no se le ha comprobado nada”.

Meses después, cuando se volvió noticia la fiesta con sexoservidoras de los legisladores federales del PAN en Puerto Vallarta, con fotografías por demás explícitas, la respuesta socarrona de Trujillo fue: “a lo mejor eran sus novias”.

Antes de eso, cuando estalló el escándalo del sobreprecio con el que adquirió el alcalde salmantino Justino Arriaga un predio destinado a las nuevas instalaciones policiacas de Salamanca, encontró un defensor en el dirigente estatal del PAN, quien se preció de sus conocimientos como valuador para justificar el costo del terreno. Hoy, esos hechos están bajo una investigación del Órgano Superior de Fiscalización de la entidad.

Es decir, cuando Gerardo Trujillo ha tenido la oportunidad de encabezar acciones serias para tratar de poner un coto a la corrupción en su propio partido, ha decidido ponerse del lado de los que niegan evidencias y esconden la cabeza. Por eso su mensaje suena vacío, hipócrita, solo una fórmula para salir del paso y estar a tono con las críticas de moda.

El colmo de colmos es que algunos de los personajes más cercanos a Trujillo, como es el caso de su secretario general adjunto, Carlos Chávez Valdez, famoso por combinar sus actividades públicas con tareas de consultor privado, ya se encuentra ofreciendo los servicios de su despacho para realizar reingenierías en las nuevas administraciones municipales panistas.
Si el dirigente panista no puede frenar los conflictos de intereses ni en su círculo más íntimo, se ve difícil que solo con un discurso logre enderezar el barco de la corrupción en los diversos niveles de gobierno, menos cuando sus diputados sistemáticamente se resisten a apoyar los pedidos de auditorías de la oposición.
No son uno ni dos los alcaldes electos que han recibido la visita de Chávez Valdez para proponerles que hagan estudios a fondo de las administraciones que van a recibir, sobre todo en el área de personal, a fin de eficientar tareas y generar ahorros. Naturalmente, el remedio va acompañado del trapito: la consultoría es la del propio Chávez y sus socios.

Con razón muchos alcaldes decidieron no asistir al desayuno de la victoria de Gerardo Trujillo, podría haberles salido demasiado caro.

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