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Márquez saca a Oliva del armario

In Botepronto on mayo 11, 2015 at 3:35 am

Preocupados por la falta de crecimiento de López Santillana, los mandos panistas de Guanajuato recurren a los oficios del exgobernador Juan Manuel Oliva para la recta final de la campaña.

En un principio, ni Miguel Márquez ni Héctor López Santillana querían que Juan Manuel Oliva apareciera cerca de ellos y de la campaña política de León, pero ya no habrá forma de evitarlo: en la recta final de la campaña, el exgobernador volverá a ser “el jefe”.

El experimento con el representante de Diego Sinhué Rodríguez, el ya derrotado Francisco García León, un operador político demasiado naif para el proyecto de recuperar la plaza, no funcionó.

No son pocos los que recuerdan que García León debió ser relevado en la recta final de la campaña de Miguel Salim por lo mismo que le pasa ahora, la falta de resultados, la burocratización de las decisiones y la falta de conexión con la base panista.

En aquella ocasión lo sustituyó Guillermo Romero Pacheco, que tampoco pudo con el paquete y a quien incluso le robaron de su auto la computadora con la estrategia electoral de Salim.

Por lo pronto, la táctica de administrar la ventaja que significa la mala fama de Bárbara Botello, está resultando insuficiente. López Santillana no logra bajar su imagen ante el grueso del electorado y permanece como un proyecto distante de las necesidades de la gente en León.

El programa de solo placearlo en ambientes controlados y no sacarlo a las calles, donde se padece el flagelo de la inseguridad, el factor que más aparece en todas las encuestas como el de mayor prioridad para los leoneses, tiene al candidato panista estancado en una ventaja que no va más allá de los diez puntos.

El antibarbarismo vigente entre amplios sectores de la ciudadanía leonesa parecía un magnífico piso para desplegar una campaña de reconquista que incluyera una renovación del compromiso del PAN de superar sus propias fallas y su agotamiento de un cuarto de siglo en el gobierno con ideas cada vez más escasas.

No ha sido así. panistas como Carlos Medina o como Luis Ernesto Ayala ya no parecen traer nada en el brazo. Alfredo Ling es una caricatura de sí mismo y su rijosidad barriobajera ya es absolutamente intrascendente. Externos como Salvador Sánchez o Ana Coco Carpio, no parecen saber ni donde está parados.

El estancamiento de las preferencias y del conocimiento del candidato panista a la alcaldía tiene un grado enorme de riesgo, pues una ventaja de diez puntos no significa nada ante un escenario como el que se prevé de abstencionismo cercano al 60 por ciento.

Muchos de quienes contestan favorablemente en las encuestas, probablemente decidan no ir a votar el 7 de junio, ante la pobre convocatoria de los candidatos y sus campañas insulsas y carentes de novedad e imaginación.

Como, además, el aparato electoral panista tan eficiente hace un sexenio, está atrofiado por la falta del insustituible estímulo que significan los programas gubernamentales, sobre todo los que dependen del municipio, la preocupación es mayor. Si Alfredo Ling muestra agotamiento para el debate, para la operación electoral hace mucho que está jubilado.

Recurrir a operadores como Fortino Hernández Becerra, quien pidió licencia en Sedeshu para fortalecer la campaña, no parece la mejor idea. El constructor amigo de Salim perdió su distrito hace tres años.

Es en ese marco que a Héctor López Santillana y a su verdadero manager, el gobernador Miguel Márquez Marquez, no les quedó de otra que echar mano del marginado y vilipendiado Juan Manuel Oliva, aún con el riesgo que eso representa en León, su municipio de origen y donde más cuestionamientos recibió al término de su mandato.

Las alarmas están encendidas. El hecho de que operadores olivistas eficientes en el pasado como el exsubsecretario de Educación Francisco Zavala, estén convertidos ahora en promotores del voto a favor de José Ángel Córdova, comienza a causar preocupación.

Si a ello se agrega el mito urbano que circula entre los panistas de que habrá carretadas de dinero el 7 de junio provenientes del PRI nacional para apoyar a Córdova, entonces se entiende la preocupación y la necesidad de recurrir a Oliva, hasta ahora encargado de municipios periféricos, para comandar la batalla por León.

El exgobernador llegará de un largo exilio a una cita de todo o nada.

Y aunque Oliva no es Napoleón, en tres semanas podría estarse enfrentando a un muy personal Waterloo del que no sería el único damnificado.

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