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Ajedrez preelectoral: todos yerran

In Botepronto on agosto 6, 2014 at 3:13 am

La manifestación que le fue preparada al gobernador Miguel Márquez Márquez y al Secretario de Desarrollo Social, a todas luces, su candidato favorito para la alcaldía de León, este lunes en Las Joyas, es una muestra del tono que están dispuestos a alcanzar los partidos en la próxima contienda.

Casualmente, las 100 personas que mostraron su inconformidad frente a autoridades estatales, instancia que no es la directamente responsable de las condiciones de precariedad que subsisten en esa zona de León, lo hicieron en ausencia de la alcaldesa Bárbara Botello.

Y, por si faltara, además de abuchear a Márquez y a Éctor Jaime Ramírez, vitorearon al Secretario del Ayuntamiento, Martín Ortiz.

Ahora sí que, como dice la propaganda municipal en León, la discordia política entre la alcaldesa y el gobernador ha pasado a convertirse en “hechos, no palabras”.

El problema es que la confrontación entre políticos de distintos partidos, con responsabilidades de gobierno, no se está traduciendo en ideas para beneficiar a la comunidad, sino solamente en triquiñuelas políticas para causar desdoro al contrario.

Y, al parecer, todos se equivocan.

Miguel Márquez ha dicho que no meterá la mano en la elección del candidato panista en León, peor se pasea todas las semanas de la mano de Éctor Jaime Ramírez Barba, dejando en claro que la marca de la casa es el doble discurso.

De paso, provoca sentimientos en su partido y complica la posibilidad de un candidato de unidad elegido con plenos consensos, pues se nota que hay mano negra y que el posicionamiento no es el mismo para todos los que aspiran.

En el momento que vive el PAN en León, donde los ciudadanos le piden a gritos que escoja al mejor de sus cuadros para poder devolverles la confianza, la tónica de quienes participarán en esa decisión no debería ser la palestra pública sino las mesas de negociación.

A menos de que se trata de llegar a una contienda abierta en donde, igual que ya les pasó en épocas recientes, no ganará el mejor sino el que tenga más amarres o más dinero para lograrlos.

Del otro lado, el mal gobierno de Botello, como ha sido percibido por la mayor parte de los leoneses a pesar de las carretadas de dinero que le ha enviado la federación y que, por lo demás, se ha invertido en negocios oscuros y sectarios, tampoco ofrecerá el mejor escenario para el intento priista de mantener el bastión leonés.

Pero, además, la alcaldesa quiere arrebatar la elección lanzando anticipadamente a su candidato, un funcionario que tampoco ha podido consolidar una imagen actuando desde el gobierno, pero que quiere hacerlo en una burda precampaña que no logra otra cosa más que agraviar a la sociedad civil del municipio y le obliga a mantener vivo su arrepentimiento por haber otorgado la confianza a un PRI que nunca aprendió de su largo exilio del poder.

Martín Ortiz y Éctor Jaime Ramírez Barba tienen dos cosas en común: el impulso que les dan sus respectivos jefes políticos y la carencia de capital político propio.

Esa es su fuerza, pero también su debilidad. Como reprocharía Maquiavelo, dependen de armas ajenas lo que los pone a merced de los vientos cambiantes.

Ya veremos que tan duchos, pero también que tan leales, son los actores que mueven los hilos.

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