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Sixto en el camino de la seda

In Botepronto on enero 27, 2014 at 3:43 am

Hace apenas una semana, el gobernador Miguel Márquez abortó intempestivamente un viaje de ocho días por España y Francia, con una agenda precisa en la Feria Internacional de Turismo de Madrid, además de la firma programada de un convenio para comprometer el respaldo al congreso internacional de calzado que se realizará en León a fines del año.

La decisión de Márquez obligó a una rápida respuesta de la alcaldesa priista de León, Bárbara Botello Santibáñez, quien no tuvo de otra que sumarse a la decisión del mandatario panista a fin de evitar quedar en un terrible fuera de lugar, como se dice en el argot futbolístico.

En el horizonte se presentaban asuntos nada desdeñables, incluso para los políticos más refractarios a actuar con respeto a la inteligencia de los gobernados.

Uno de ellos fue la aparición de una incipiente ola de casos de influenza, que a la vuelta de apenas ocho días creció exponencialmente, lo que ha obligado a reacciones, aunque lentas todavía, de la autoridad para evitar que la contingencia se convierte en emergencia.

El otro tema atendible tiene que ver con la situación que priva en el vecino estado de Michoacán, donde una intervención en toda línea de fuerzas federales combate a una delincuencia enraizada, económicamente poderosa y con un dominio territorial acentuado que en no popcos momentos ha llegado a extenderse hasta Guanajuato.

Más allá del efecto cucaracha, como se le llama coloquialmente a la posibilidad de que los delincuentes combatidos en una zona se expandan y escapen por las vecindades, lo que se requiere en estos momentos es sumarse al esfuerzo de la Federación para apoyar de forma táctica la operación Michoacán.

Resultaría una política pobre e inconsecuente la de pedir apoyo del ejército o la autoridad federal cuando se está en problemas con la delincuencia, pero no otorgarlo cuando es el gobierno de la República el que requiere una concurrencia de esfuerzos para atender una emergencia local que puede convertirse en regional.

Así parecieron entenderlo Miguel Márquez, en primera instancia; y Bárbara Botello, un tanto de rebote

Sin embargo, esos antecedentes no sirvieron para que otro alcalde, el que gobierna la ciudad más importante en manos del PAN, actuara en consecuencia.

Sixto Zetina tenía guardado el viaje en el que se encuentra actualmente, acompañado de regidores y funcionarios de su administración, a Japón, presuntamente con el pretexto de correr cortesías a empresas ya localizadas en Irapuato y gestionar el arribo de otras.

Hace dos meses, una comitiva de funcionarios guanajuatenses, encabezada por Miguel Márquez, y de la que formaron parte los alcaldes de Salamanca y Celaya, Justino Arriaga e Ismael Pérez, visitó precisamente esa nación asiática con los mismos objetivos que hoy aduce Zetina.

Todo indica que la marginación de que fue objeto en esa ocasión el alcalde irapuatense es lo que motiva su reacción y la organización de un viaje por su cuenta para «vender Irapuato».

Lo que no calculó el entusiasmado viajero es que el año fuera a empezar con tantos conflictos en puerta, a los que se agregaron circunstancias específicas de Irapuato, como el incremento de la inseguridad con asaltos armados y en masa a estudiantes y el escalamiento de conflictos localizados hasta el grado de interrumpir el tráfico de la carretera Panamericana.

Todo deja sentir que Sixto Zetina lograría una mejor promoción de Irapuato dedicándose a gobernar y prever conflictos, que dando rienda suelta a su vocación viajera, ahora además contagiada a regidores de todos los partidos.

El irapuatense ni siquiera se inmutó cuando conoció las suspensiones de los viajes de Márquez y Botello, sino que siguió adelante con sus planes. Cuando se presentaron conflictos en Irapuato como los que mencionamos arriba, su respuesta fue de antología: «no son de competencia municipal», dijo como si quienes hubieran votado por él fueran venusinos.

Irapuato ve hoy como crece la inseguridad, regresan conflictos de tierras; fallan los drenajes y provocan inundaciones, sin que nada de eso sea de la responsabilidad o del interés del político que ofreció gobernar de manera diferente y cercano a la gente.

Por lo pronto, el joven edil irapuatense construyó sus coartadas con tiempo y logró la complicidad de la oposición bajo el expediente de «salpicarlos» con la invitación a un viaje del que el municipio obtendrá muy poco.

Aunque no parece ninguna catástrofe y es probable que nada ocurra en la semana que estará fuera, sin embargo de lo que se trata es de actitud. Con su viaje, pagado por los irapuatenses, Sixto Zetina muestra soberbia, capricho y falta de sensibilidad.

No se quedó con la espina de haber sido marginado en el viaje promovido por Márquez; se lanza por su cuenta en un afán más propagandístico que de compromisos reales; y, finalmente, mantiene la decisión sin importarle el cambio en las circunstancias. El resultado será, bajo esas lecturas, el contrario del que busca el alcalde.

Cuando un político logra con sus acciones el efecto contrario del que persigue y, encima, paga por ello, debería replantearse seriamente sus estrategias. ¿Será el caso?

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