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El maximato que acecha a la Universidad de Guanajuato

In Botepronto on septiembre 17, 2012 at 4:06 am

El comportamiento de la Junta Directiva de la Universidad de Guanajuato, el órgano encargado de elegir al rector general y los rectores de campus de la institución, dejó mucho que desear en el proceso que recientemente concluyó. Sin embargo, más preocupante que el hecho es el síntoma.

Probablemente existan justificaciones para todo lo que ocurrió en los largos meses de la renovación de las autoridades intermedias de la universidad estatal, sin embargo, la impresión que queda deja sentir que en las decisiones de la Junta privaron intereses distintos a los estrictamente universitarios.

Quizá el mayor reparo se encuentre en la acentuada influencia que ejerce sobre más de la mitad de los integrantes de ese órgano el ex rector y ex gobernador Juan Carlos Romero Hicks, quien luego de que fue rehabilitado por el ahora vilipendiado mandatario con licencia, Juan Manuel Oliva, recobró su activismo como en sus mejores tiempos.

En la Junta ejercen un peso específico por lo menos dos colaboradores directos de Romero en Conacyt: sus ex directores adjuntos Silvia Álvarez Bruneliere y José Antonio de la Peña.

Ambos aparecen como miembros “externos”, no obstante que Álvarez Bruneliere, ex rectora de la UG, cobra su pensión de parte de la institución. De la Peña, un eminente matemático de la UNAM fue convenientemente impulsado como director del Cimat, el centro de matemáticas que tiene su sede en Guanajuato, en una de las últimas decisiones de Romero Hicks en Conacyt.

El presidente de la Junta Directiva es otro colaborador del ex gobernador tanto en la UG como en la administración estatal: Enrique Navarro. El tercer miembro externo es Héctor Webb Cruces, incorporado a la Junta a través de Enrique Navarro.

Por si algo faltara, allí está Dolores Álvarez Gasca, quien fuera regidora panista en el ayuntamiento de Eduardo Romero Hicks en la capital, impulsada directamente por su hermano Juan Carlos. Ya se encontraba entre los 11 miembros de la Junta Armando Sandoval Pierres, ex dirigente del PRI en el estado que también se ha reencontrado con Romero Hicks.

Esos seis integrantes no sólo hacen mayoría entre los once miembros de la Junta Directiva, sino que son una fuerza de opinión muy poderosa que conduce inevitablemente a la unanimidad en las decisiones del órgano.

El ascendiente de Romero Hicks, ya poderoso, se acrecentará ahora que ocupa un escaño en el Senado de la República, donde no será ninguna sorpresa encontrarlo en la Comisión de Educación, eventualmente como presidente.

En la repartición de las rectorías de campus, el grupo romerista logró la reelección de Luis Felipe Guerrero Agripino, a quien acompañó el propio ex gobernador en su ceremonia de protesta.

Este movimiento era más que esperado, pues fue precisamente la capacidad de operación de Guerrero, junto con el que fuera su alfil, el inefable rector patito Juan Miguel Ramírez Sánchez, quien logró los votos en el consejo para impulsar a los candidatos romeristas a la Junta Directiva.

En Celaya, el grupo logró rehacerse tras la intempestiva renuncia de Ramírez Sánchez cuando fue descubierta la falsedad de sus títulos profesionales, logrando elegir a la enfermera María Guadalupe Ojeda.

En el caso de León, la alianza entre el romerismo y José Luis Lucio se vio afectada al tratar la Junta Directiva, de un modo bastante heterodoxo, de reponer el procedimiento por completo y dejar de lado a los candidatos propuestos por el Consejo del Campus. La maniobra no prosperó y, finalmente, este viernes eligieron a regañadientes a Lucio.

Más allá de las intrigas palaciegas, a las que no son ajenas las instituciones académicas, algo que queda por demás claro es que la departamentalización propiciada por la reforma que impulsó el ex rector Arturo Lara López, está resultando en una desmedida sobrepolitización de decisiones que deberían ser exclusivamente académicas.

Ese riesgo se ha visto considerablemente incrementado por la actuación de un solo individuo: el ex gobernador Juan Carlos Romero Hicks quien nunca se desprendió del cordón umbilical con la Universidad de Guanajuato, a pesar de haber sido el constructor, vaya paradoja, de su “autonomía”.

No lo hizo como gobernador donde puso y quitó rectores a su contentillo, incluso antes de que terminaran sus periodos, como ocurrió con el desaparecido Cuauhtémoc Ojeda; tampoco lo hizo estando en Conacyt y menos lo hará ahora como senador.

Durante los regímenes priistas la Universidad de Guanajuato tuvo rectores de excelencia y también mediocres, sin embargo, nunca corrió el riesgo de la perpetuación en el poder.

Ahora, el panismo gobernante tiene en su haber el dudoso honor, como tantos otros, de haber prohijado el primer maximato en la historia de la Universidad estatal, el cual aún tiene para rato.

arnoldocuellar@zonafranca.mx

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Twitter: Arnoldo60

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