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El caso Salim

In Botepronto on septiembre 4, 2012 at 4:09 am

Los panistas siempre han sido más levantiscos que los priistas. La disciplina de los tricolores era proverbial, al influjo del dedazo todos se sometían y difícilmente había alguno que le jugara contras al gobernador o jefe político en turno, hasta que fueron oposición y se sintieron abandonados por el centro.

En cambio, los panistas siempre han sido más dificiles de gobernar. Para empezar, sus métodos de decisión interna han sido más democráticos que los de sus opositores del PRI. Los grupos al interior del PAN son de a deveras y los agarrones, como ya se ha visto, son de antología.

Ahí están para demostrarlo los encontronazos de Eliseo Martínez contra Juan Carlos Romero; de Javier Usabiaga contra Juan Manuel Oliva; o de José Ángel Córdova contra Miguel Márquez.

Por esa historia es que cobra relevancia la reaparicion del ex candidato a la alcaldía de León, Miguel Ángel Salim Alle, este fin de semana en el comité municipal de ese partido, en una reunión con más de mil militantes.

Más allá de las anécdotas, de las acusaciones y de las lágrimas, lo cierto es que Salim se exhibió como el jefe político del panismo leonés, del que fue dirigente por año y medio y al que dotó de un edificio emblemático.

Como, además, el ex candidato maneja el discurso de las culpabilidades externas en su derrota y no asume ninguna autocrítica, queda claro que se ve a sí mismo como un proyecto vigente para el futuro, por más que se cuide de decirlo explícitamente. Por otra parte, su viejo conflicto con Ricardo Sheffield se reavivará por las acusaciones de traición hacia el alcalde saliente.

Y aquí es donde se aprecia un punto de conflicto con las necesidades políticas de Miguel Márquez, que necesita mantener un tono de cordialidad con Bárbara Botello y una cierta distancia del estado anímico del panismo local.

Hasta el momento no se aprecia quién puede ser el operador político por parte de Márquez que pueda pacificar al panismo leonés y hacer surgir nuevos liderazgos.

Entre un Gerardo Trujillo que no acaba de hacerse con todos los hilos del PAN estatal y un secretario de gobierno que aún no se decide entre un Héctor con H y otro sin ella, el mayor dolor de cabeza del próximo gobierno panista podría surgir justo en la ciudad que fue su cuna histórica.

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