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Campañas locales: crisis de la imaginación

In Análisis Político on junio 11, 2012 at 4:54 am

Creo que no exagero de ninguna manera si afirmo que nada en estas campañas estatales ha constituido una sorpresa.

No parece haber lugar para la creatividad política en el panismo, agotado por un largo ejercicio de gobierno y de por sí poco creyente en la imaginación; ni en el priismo que nunca pudo articularse como oposición y se consume en mezquinas batallas internas por migajas de poder; ya no se diga en una izquierda fragmentada y dominada por la actitudes mercenarias.

La mayor imaginación que se ve en estos días es la de los bien entrenados cuadros del Partido Verde, que han logrado sorprender a los priistas con golpes de audacia para la conformación de localizadas alianzas políticas. Sin embargo, el tema no pasa de lo meramente procedimental.

Lo grave de esta carencia de una de las principales facultades del ser humano en los políticos locales y nacionales, es que no nos permite a los ciudadanos esperar soluciones a los viejos problemas, menos a los nuevos.

En el caso de Guanajuato, los candidatos del PAN y del PRI, Miguel Márquez Márquez y Juan Ignacio Torres Landa, se han enzarzado en una pelea a cara de perro donde no existe ningún argumento novedoso. Se ha llegado incluso a las alusiones personales, pasando luego a las denuncias en tribunales.

Todo eso no tiene nada que ver con mejores ideas para atender las carencias que sigue padeciendo una sociedad crecientemente desigual. Es sólo una guerra por el poder desnudo y tiende cada vez más a parecer un pleito personal.

Lo que resulta terriblemente desilusionador en el caso del panismo es el hecho de que han formulado su propuesta de campaña desde el poder, cobijados por los altos sueldos de la burocracia y con todo el tiempo del mundo. No obstante, cuando se revisan sus planteamientos (www.miguelmm.mx), se aprecia una gran cantidad de buenos deseos, muchas declaraciones de principios y sólo algunas promesas concretos: nada de ello hace un plan y mucho menos convence.

Mientras que la propuesta priista de Torres Landa es aún más desesperanzadora. No existe ningún planteamiento articulado que pueda pasar por un plan de gobierno (www.torreslanda.org) . El pretexto es que lo están formulando y llevando a cabo foros para ello, pero en realidad esos eventos se han visto repletos de acarreados y con escasa participación de especialistas, ya no se diga de ciudadanos.

Resulta imperdonable esa circunstancia en un candidato que repite en la búsqueda de la gubernatura y que posee características emprendedoras. Torres Landa le reprochó en el segundo debate a Márquez la simpleza de su declaración patrimonial y su falta de detalle, pero su propuesta de gobierno cojea de lo mismo.

Quedan 17 días de campaña, pero la dinámica que se ha visto hasta ahora no permite esperar ninguna corrección de rumbo. Los candidatos lucen agotados, no tanto físicamente como en su discurso. Los equipos de campaña ya mostraron de qué están hechos y sus límites quedaron en evidencia en los dos debates transcurridos.

Contra lo que afirma el lugar común que se esfuerzan en repetir todos los contendientes, el proceso electoral no es una fiesta ni las campañas tiene alegría. Pareciera que se vive un doloroso viacrucis que ya todo mundo quiere que termine, empezando por los ciudadanos.

Para los panistas la elección no parece una oportunidad de renovar sus votos y alianzas con la sociedad, sino simplemente el complicado obstáculo que hay que sortear para poder seguir disfrutando de las cómodas rentas que se devengan en los cargos públicos, por vías legales o ilegales.

Para los priistas, contra lo que se esperaba por las características de su candidato, la elección no ha sido la oportunidad de poner en evidencia los errores de sus adversarios para después pasar a hacer una campaña creativa de propuesta que tocara las fibras sensibles de los ciudadanos. Ni siquiera el hartazgo de la población les ha merecido respeto, pues realmente se nota muy poco trabajo en la campaña.

Hoy, lo que mueve el balancín de las preferencias electorales e impacta en las encuestas, convertidas a su vez en un pingüe negocio en detrimento de su credibilidad, es el comportamiento de las campañas nacionales, ante la falta de trabajo local.

Miguel Márquez baja en las preferencias de la mano de Josefina Vázquez Mota; Juan Ignacio Torres Landa subió y bajó con las ondulaciones de Enrique Peña Nieto. Pero ninguno de los dos aspirantes locales le aportó nada al escenario local, mucho menos al nacional. Así entramos a la recta final de la campaña.

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