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Córdova y el PRI, nada de qué extrañarse

In Análisis Político on febrero 7, 2012 at 3:47 am

La tradición en el PAN, un partido que parecía entrenado para las mieles y los sinsabores de la contienda democrática, postulaba que aunque se dieran hasta con la cubeta en las elecciones internas, todos debían sobrevivir al intento y sumarse al final, lamiéndose las heridas para enfrentar al adversario externo.

Salvo la excepción que significó Eliseo Martínez Pérez hace más de una década, cuando derrotado por Juan Carlos Romero Hicks y, más que este, por la maquinaria del olivismo temprano, lanzó una protesta que lo hizo acreedor a una expulsión sumamente rigorista, hasta ahora la norma había sido la reconciliación.

Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, esta vez el PAN se ve de nuevo afrontado por un riesgo real de ruptura.

Así se dejó sentir, aún de manera soterrada, en el escaso entusiasmo y mucha molestia con la que los precandidatos a la gubernatura perdedores, José Ángel Córdova Villalobos y Ricardo Torres Origel, salieron a reconocer su derrota el pasado domingo.

Tras sus palabras, más bien de compromiso, ambos contendientes se resistieron a sumarse al gesto de victoria de Miguel Márquez y alzarle los brazos. Su veloz retirada de las instalaciones del comité estatal tras el trámite, también dejó un sabor de insatisfacción profunda.

Muy distinta fue la actitud de una política profesional, como Mayra Enríquez Vanderkam, que se anticipo al anuncio oficial sobre el resultado en León, reconoció su desventaja ya irremontable y acudió a felicitar a su contrincante vencedor, Miguel Ángel Salim Alle. Desde luego, no sobra recordar que la misma actitud había sido asumida por el propio Salim tres años antes frente a Ricardo Sheffield.

No fue esa la actitud del doctor Córdova, lo cual aunado a la versión que continúa repitiéndose en espacios periodísticos de la ciudad de México, de que el ex Secretario de Salud podría ser postulado por una alianza de partidos encabezada por el PRI, donde podrían estar también el PANAL y el PVEM, para buscar la gubernatura del Estado, ha despertado profundas inquietudes en la nomenclatura panista.

Y más extrañeza causa que el precandidato que ocupó el segundo lugar en la elección de este domingo, no salga a desmentir la especie con toda la claridad del mundo. La inquietud crece, sobre todo, porque se tiene la certeza de que el ex secretario de Salud podría superar fácilmente la expectativa de votos de cualquiera de los priistas que se han mencionado como candidatos potenciales.

Desde luego, los panistas, sobre todo algunos como el gobernador Juan Manuel Oliva, no tendrían en absoluto de qué extrañarse si recordaran algunas de sus acciones de los años pasados.

El mandatario saliente ha sido uno de los más activos cooptadores de priistas inconformes desde sus tiempos de dirigente estatal del PAN, como recuerdan los casos de Pedro Gaviña, en Yuriria; o José Luis Nieto Montoya, en Valle de Santiago.

Ya como gobernador, Oliva ha estado presente en elecciones como las de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, donde el PAN, sólo o en alianza con el PRD, postuló a cuadros de otros partidos: Gabino Cue, Rafael Moreno Valle y Mario López Valdez.

En Nayarit, en una operación frustrada, el guanajuatense fue sorprendido tratando de cooptar a Roberto Sandoval, alcalde priista de Tepic para su causa, lo que finalmente redundó en que fuera designado candidato del PRI y ganara la elección.

Así que, como decían los más viejos de la comarca, “el que no quiera ver espantos que no salga de noche.”

  1. lo mejor para el pri, sera tener un candidato del pri

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