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El PAN del 2012

In Botepronto on febrero 6, 2012 at 9:34 am

Los aparatos políticos suelen trabajar bajo las leyes de la inercia. Así fue con el PRI, al que más allá de su desprestigio lo protegió por varios lustros la mecánica de reproducción del poder; así ha sido con el PAN en Guanajuato: nadie de los que están dentro quiere quedar fuera y sólo muy pocos de los que están fuera son capaces del esfuerzo y del tiempo que requiere un proyecto político incubado a las orillas del poder.

Miguel Márquez Márquez se alzó con una victoria mayor en sus márgenes a la de sus inmediatos antecesores en la candidatura panista; la llegada de cerca de 40 mil miembros adherentes en los últimos años no aportó ninguna variación en los esquemas de reparto de la influencia.

Si se revisan las cifras, se observará que los porcentajes de votación entre activos y adherentes muestran comportamientos similares en los números que obtuvo cada candidato: José Ángel Córdova rondó el 30 por ciento en los dos casos; Ricardo Torres Origel se estacionó en las proximidades del 16 por ciento; Márquez Márquez superó el 53 por ciento en ambos casos.

Es decir, el crecimiento del PAN en términos de militancia no trajo consigo ningún cambio en la correlación de fuerzas, más allá de afiliaciones masivas y uso de los programas sociales: hoy por hoy, los liderazgos que dominan en el PAN de Guanajuato desde hace tres lustros mantienen el control y han superado la acechanza que podía significar un crecimiento exponencial en su padrón.

Ni siquiera la acre división entre Juan Manuel Oliva y Fernando Torres Graciano, que declinará por sí sola en los próximos meses, conforme se acerque el fin del sexenio, logró conmover esta hegemonía.

Quedan, en cambio, otras interrogantes. Una de ellas es si este PAN, cuasi prusiano, puede seguir convenciendo a los ciudadanos guanajuatenses de que significa una solución no sólo a los problemas del estado, sino a los propios lastres que como gobierno ha generado una camarilla tan cerrada.

Parte de esa misma pregunta es si el relevo generacional que se aprecia en candidatos como el propio Márquez y como los candidatos a alcaldes en Irapuato, Sixto Zetina; Salamanca, Justino Arriaga; y Guanajuato, Alejandro Navarro, pueden darle oxigenación a una clase política que ha visto extraviada la vocación de servicio y el compromiso con el buen gobierno en los privilegios que otorga el ejercicio de un poder sin contrapesos.

Vistas las opciones que ha puesto el PRI a la vista, tan escuálidas que cayó en tierra fértil la reciente especulación de que el mayor perdedor de la contienda panista, José Ángel Córdova, podría abanderarlos, hoy puede decirse que la mayor competencia del PAN en este 2012 no está fuera, sino en su propio seno.

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