Justo en los días más delicados de las decisiones electorales que se vienen en el Partido Revolucionario Institucional, algunos actores políticos están perdiendo la calma.
Es el caso del dirigente nacional de la CNC, Gerardo Sánchez García, quien se da todo el tiempo del mundo para hacer política en Guanajuato, por cierto sin avanzar mucho ni en conocimiento ni en simpatía de los ciudadanos del estado, pero descuida la que deberia ser su tarea fundamental: la gestión de la principal organización campesina del país.
Hace unos días, uno de estos baches del ex alcalde salvaterrense lo llevó a un fuerte encontronazo con el gobernador de San Luis Potosí, Fernando Toranzo, a causa del relevo de mandos en la Liga de Comunidades Agrarias de ese estado de la República.
El desentendimiento de Sánchez García para acordar con el mandatario el relevo de la organización, un tema en el que tradicionalmente han opinado los gobernadores, sobre todo porque son ellos quienes sostienen económicamente su actividad, derivó en una decisión unilateral por parte de Toranzo.
Gerardo Sánchez tardó más en enterarse que en enmedarle la plana al Ejecutivo , desconociendo a su prospecto y designando a su vez un delegado. El pleito fue de antología, incluyó mentadas de madre entre ambos protagonistas y, por supuesto, ya es del conocimiento del círculo interno de Enrique Peña Nieto.
La anécdota revela, sobre todo, una grave deficiencia estratégica en el activismo del líder cenecista guanajuatense, pues si hay una base de apoyo mediante la cual el ex gobernador mexiquense busca asegurar en las urnas las preferencias que le otorgan las encuestas, esa se encuentra en la liga de gobernadores priistas, de la que él mismo formaba parte hasta hace poco.
Como puede apreciarse, la soberbia del recién llegado a la esfera nacional que es Sánchez no sólo tiene reflejos en Guanajuato, sino que esa fama empieza a expandirse a lo largo del territorio nacional, como si el poder del que goza por el momento no fuese prestado.
Vaya con los políticos que nunca acaban de entender que no todo el monte es orégano.