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La oposición en Guanajuato

In Análisis Político on enero 4, 2012 at 2:58 am

Mientras a nivel nacional el Partido Acción Nacional se encuentra rezagado frente a sus competidores de PRI y PRD, inmerso en un proceso interno totalmente desangelado cuando los opositores ya tienen definido su abanderado presidencial y tienen la autorización para una campaña a medio gas, en Guanajuato los papeles se encuentran volteados.

En efecto, aquí el proceso panista ha levantado expectación, si no entre los ciudadanos por lo menos entre los medios de comunicación. Los debates cotidianos, incluso en los días de guardar, entre José Ángel Córdova, Miguel Márquez y Ricardo Torres Origel, han monopolizado la escena pública local.

Mientras tanto, las oposiciones, principalmente el PRI y el PVEM, se encuentran viviendo una especie de letargo entre indefiniciones que abarcan desde la posibilidad de la alianza entre ellos, hasta la definición del método de elección y la presencia de los posibles precandidatos.

La izquierda, que en Guanajuato ocupa un modesto cuarto lugar como fuerza política, ha empezado a moverse. Sin embargo, sus tres precandidatos, dos de ellos cuadros militantes del perredismo y un tercer prospecto externo: Jesús Paz, Arnulfo Montes y Antonio Rodríguez, resultan de un perfil tan bajo que no logran provocar mayores inquietudes ni entre sus propias filas.

Quien tiene mayores posibilidades de enfrentar al PAN con una perspectiva competitiva es, sin duda, el PRI, más aún si logra su alianza con los Verdes. Sin embargo, sus luchas internas los mantienen absolutamente mediatizados y están incapacitados para lograr un esquema de unidad, así sea provisional.

La parálisis se empieza a romper por el lado de las formalidades legales, que nunca sn la materia relevante en el partido tricolor. Ya su consejo político estatal, el cual está impugnado, resolvió el método de elección de sus candidatos, incluyendo al cargo de gobernador, mediante una asamblea de delegados, la forma más viable de canalizar acuerdos políticos pactados en privado.

Esa fórmula será muy probablemente ratificada este 5 de enero en una sesión de la comisión política permanente del Consejo Político Nacional del PRI. Sin embargo, a partir de allí se abrirá el espacio para conducir las negociaciones políticas que pudieran establecer una candidatura de unidad que pudiera salir a los pocos días de que emerja el candidato panista tras la elección en  ese partido el 5 de febrero próximo.

La duda es si esas negociaciones encontrarán oídos dispuestos, sobre todo tras el panorama de anarquía que se ha venido viviendo en el PRI de Guanajuato, como muestran las recientes renuncias de dos alcaldes que tienen pretensiones de buscar esa candidatura, aunque en realidad no cuenten con ninguna posibilidad de lograrla: Leonardo Solórzano, de Pueblo Nuevo; y Nicéforo Guerrero, de Guanajuato.

En el PRI se observa una completa dispersión de las voluntades, con algunos liderazgos atrincherados a favor de uno u otro de los candidatos y con una pléyade de jugadores que ayudan muy poco pero estorban mucho para conseguir una solución razonable en la actual coyuntura política.

El hecho de que el cemento de una posible alianza entre Solórzano, Guerrero,  Miguel Ángel Chico Herrera, Bárbara Botello y Gerardo Sánchez sea únicamente la oposición a la candidatura de Francisco Arroyo Vieyra, complica considerablemente el panorama tanto para éste como para aquellos.

En realidad, en esa circunstancia, la salida más viable para orientar una salida productiva sería de la decantar un tercero en discordia, en la figura de Juan Ignacio Torres Landa, quien precisamente ha jugado la carta de evitar conflictos con todos los actores en el escenario.

Sin embargo, a Torres Landa lo complica su intención de promover candidatos a alcaldes de la sociedad civil, algo que él ve como una fórmula indispensable para aumentar la competitividad de su partido, pero que de entrada abrirá conflictos con buena parte de la actual estructura partidista, la misma que ha sostenido contra viento y marea a este partido en los últimos años, mientras Juan Ignacio se encontraba en s autoexilio empresarial.

De hecho, si Torres Landa lleva adelante su plan necesitaría un partido prácticamente nuevo, algo que resulta muy complicado de conformar al mismo tiempo que se lleva a cabo una campaña electoral.

Este panorama se despejará muy probablemente hasta los primeros días de febrero, justo cuando esté llegando a su culminación el proceso electoral interno del PAN cuya elección es el 5 de febrero.

Será hasta entonces cuando se pueda saber si en verdad la oposición en Guanajuato tuvo la capacidad de procesar sus complicaciones intestinas para tratar de ofrecer a la ciudadanía de Guanajuato una oferta política que vuelva interesante la contienda por la gubernatura, tras casi veinte años de fracasos.

arnoldocuellar@zonafranca.mx

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