La clara conciencia que están adquiriendo las cúpulas panistas a nivel nacional de que el riesgo de derrota electoral es real e inminente, puede tener efectos impactantes en Guanajuato.
La disputa será sobre todo entre quienes quieren que se abra a la sociedad la elección del candidato a la gubernatura y quienes aspiran a que la decisión quede únicamente en manos de la militancia.
El “regreso del PAN con los ciudadanos”, anunciado este fin de semana por un vocero inesperado, precisamente el ex gobernador guanajuatense Carlos Medina Plascencia, después de la encerrona entre los operadores calderonistas y la cúpula del partido que encabeza Gustavo Madero, tendría varias lecturas.
La primera de ellas sería la que postula que los precandidatos presidenciales deben reducirse a dos, o tres como máximo, tomando en cuenta no los intereses de los grupos, sino la penetración en popularidad entre la población abierta.
Por lo pronto, son dos aspirantes no calderonistas los que puntean en la mayor parte de las encuestas serias por el lado del PAN: Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel Miranda. Lejos, los calderonistas Alonso Lujambio y Ernesto Cordero, sólo podrían competir si alguno declina a favor del otro y aún así se ve difícil.
Sólo con los dos primeros candidatos el PAN podría colocarse en una posición competitiva que podría incrementarse con el proceso de selección, sobre todo si se hace abierto a la sociedad y no sólo entre los panistas.
De esa manera, el “acercamiento” con los ciudadanos podría darse en una doble vertiente: reposicionar al partido y hacerse eco de reclamos críticos al propio gobierno panista de aquellos que no quieren el regreso del PRI.
De darse un proceso así, resultaría por demás incongruente que el PAN buscara cerrarse en los estados del país, sobre todo aquellos que tienen elección para gobernador y que representan importantes reservas de voto para ese partido. Se buscaría no sólo ganar las elecciones de panzazo, sino de sacar los mayores porcentajes posibles en cada entidad para contribuir al escenario nacional.
El candidato a gobernador en Guanajuato y, posiblemente los candidatos a senadores también, deberían ser elegidos entre los liderazgos con mayor reconocimiento y penetración entre la población abierta, lo que abre un panorama completamente diferente al que se vislumbra hasta este momento.
Atrás quedarán los devaneos acerca del pleito entre Juan Manuel Oliva y su estado mayor o la posibilidad de que el mandatario guanajuatense decidiera respaldar la precandidatura de José Ángel Córdova “por despecho”.
Lo que valdrá serán las encuestas entre la población abierta para definir quién de entre el secretario de salud federal y el titular de desarrollo social en el estado, Miguel Márquez Márquez, podrá representar la mejor opción para que el PAN refrende su hegemonía en Guanajuato de manera contundente.
Y, contra lo que pudiera pensarse, las cosas no están decididas de antemano. La encuesta pública más reciente, la de Inmersa Research de Rodolfo Núñez, coloca prácticamente en un empate en cuanto a conocimiento y popularidad a Córdova y Márquez, con un importante crecimiento de éste en el último año.
Más allá del activismo de las corrientes, de los deseos personales de sus líderes y de las confrontaciones históricas que han sostenido, será la estrategia nacional la que defina lo que ocurrirá también en Guanajuato.
No se aprecia al día de hoy con qué fuerza moral o política podrían enclaustrarse los panistas de Guanajuato en sus miras aldeanas cuando está encima la amenaza de perder la presidencia de la República.
Si los panistas locales se muestran tan orgullosos de haber sido actores importantes del cambio en el año dos mil, lanzarían todo por la borda si ahora se abstraen de su responsabilidad nacional por un provincianismo fuera de lugar. Parece, así, que la suerte está echada.
Botepronto
Víctima de un cáncer de páncreas que sólo logró frenar su actividad hacia los últimos días de su vida, falleció este domingo en su domicilio en la ciudad de México el litigante y político guanajuatense Salvador Rocha Díaz.
Oriundo de San Miguel Allende, ciudad a la que nunca dejó de retornar aún en sus épocas de mayor ocupación profesional, Rocha Díaz fue un activo protagonista de la historia política de Guanajuato en las últimas tres décadas.
Ocupó dos veces la Secretaría de Gobierno en momentos delicados y tensos de la vida pública estatal: la primera, cuando fue intervenido el gobierno de Enrique Velasco Ibarra, en 1984, en una decisión impulsada por el secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett Díaz, la cual produjo a las pocas semanas la renuncia del mandatario y el interinato de Agustín Téllez Cruces, ex presidente de la Suprema Corte de Justicia.
La renuncia de Velasco no estaba en el guión cuya intención oculta era la de preparar la candidatura de Enrique Fernández Martínez a la gubernatura en 1985. La descomposición política que sobrevino y que incluyó la renuncia del propio Rocha para ser sustituido por Rafael Hernández Ortiz, se resolvió finalmente con la candidatura de un tercero en discordia, el oficial mayor de Gobernación, Rafael Corrales Ayala.
No son pocos los analistas que ubican en esa crisis la raíz del debilitamiento priista que finalmente produjo la llegada del PAN al poder en 1991, a través de un interinato del alcalde leonés Carlos Medina Plascencia, en el que nuevamente apareció Salvador Rocha Díaz en su papel de partero de la historia, para hacerse cargo de la secretaría de Gobierno, again, esta vez por encargo del mismísimo Carlos Salinas de Gortari.
El también prestigiado jurista fue, sin duda alguna, un hombre confiable para los políticos del centro del país. Sin embargo, nunca pudo traducir ese respaldo en apoyo de sus conciudadanos para emprender la aventura que hubiera hecho culminar su carrera como hombre público: la búsqueda de la gubernatura de Guanajuato.
Descanse en paz.
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