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PRI: el candidato de la sociedad

In Análisis Político on mayo 27, 2011 at 4:25 am

El enfrentamiento recrudecido entre el senador Francisco Arroyo Vieyra y el diputado Gerardo Sánchez García, podría llegar a ser sólo una cortina de humo en los verdaderos planes que la alta jerarquía priista del país tiene para Guanajuato, dentro de la estrategia global de recuperación del voto en 2012.

Una primera señal fue la que vino a dar el ex presidente Carlos Salinas de Gortari a algunos de los liderazgos que se reunieron en su entorno la semana pasada en León.

Nadie puede ignorar, más allá de la discreción con la que quiso manejar el tema, que el ahora ensayista es uno de los personajes más influyentes en el entorno de Enrique Peña Nieto, el casi seguro candidato presidencial del PRI y faro en torno al cual se mueven las ilusiones de los militantes de ese partido en el país.

Salinas dijo en la cena, en una mesa donde lo escuchaban con avidez Juan Ignacio Torres Landa, José de Jesús Padilla, Miguel Montes, José Luis Romero Hicks y Hugo Varela, entre otros, que el candidato a gobernador debería ser quien más votos le ofreciera al candidato presidencial, medido con instrumentos científicos.

Poco más y les repite el clásico “no se hagan bolas”.

Enterado desde antes de esa línea de acción, el líder cenecista Gerardo Sánchez, quien ha reiterado su falta de interés en la contienda por la gubernatura, lo que no quiere decir que se desentienda de la solución de la misma, ya comenzó a establecer su muy personal plan B.

Para ello, encargó a un ideólogo, Tomás Bustos Muñoz; y a un operador, José Huerta Aboytes (por lo menos así se venden), la construcción de un candidato de la sociedad civil que pueda capitalizar el descontento con el gobierno panista de Guanajuato sin la desconfianza que podría surgir ante un candidato netamente priista.

El tándem  ha cumplido con su encargo, aunque con las limitaciones que les son inherentes. La imaginación apenas les alcanzó para fichar a un priista más o menos descafeinado, ex funcionario en el gobierno de Enrique Velasco Ibarra y diputado local en esa misma administración, el celayense Guillermo Nieto Almeida, quien perdió la elección a diputado federal en 1988 a manos de su paisano José Mendoza Márquez.

Para ello, utilizaron el arcaico expediente de conformar una fundación con el ambiguo objetivo de “encontrar alternativas a los problemas de Guanajuato”. La fundación, que lleva el nombre del mítico Pípila, tiene como presidente a Nieto Almeida, como vicepresidente a Tomás Bustos y como secretario a José Huerta. En realidad, la intención es construir una figura  ciudadana que luego pueda representar una solución para la candidatura del PRI.

Lo que no se dice es que el empresario celayense estará atado por un cerrojo en torno a los intereses de Sánchez García, con lo que su posible arribo a la candidatura en búsqueda del voto de castigo contra el PAN, sólo servirá para encumbrar a las posiciones de las que dispondría el PRI, aún perdiendo, a los alfiles del líder cenecista quien se haría, entonces sí, dueño de las estructuras de ese partido en el estado.

Como jugada de pizarrón no parece nada mal, quizá donde flaquee más sea en los actores políticos, pues Guillermo Nieto, actualmente socio de la familia Usabiaga en una empresa financiera, no parece alguien fácil de manipular y menos por personajes de la talla de Pepe Huerta y Tomasito Bustos.

Por otra parte, por más que haya estado fuera de la política por varios lustros, el empresario sigue oliendo a priismo, y a uno muy rancio. Al final del día, lo único que parece quedar claro es el evidente desconocimiento que Gerardo Sánchez tiene de la realidad estatal y su proclividad a caer en manos de charlatanes que le venden productos chatarra.

Con esos niveles, puede que al priismo no le alcance ni con la ola de Enrique Peña Nieto para recuperar terreno en la entidad.

Botepronto

Juan Manuel Oliva decidió no abrirse en la carrera presidencial con el montón. No obstante que varios de sus colegas gobernadores, sobre todo los de nuevo cuño panista, exhibieron ya su apoyo a Ernesto Cordero, el guanajuatense y su colega morelense, Marco Antonio Adame, se reservaron la definición, aunque por distintas razones.

En el caso de Oliva, probablemente no es porque su favorito sea el jalisciense Emilio González, compañero de andanzas ultra, sino por distinguirse de la cargada y subir un poco, lo más que se pueda, el precio de su respaldo.

Oliva trae temas en su agenda. Uno de ellos, no menor, es su distancia con respecto a otros apoyadores locales del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, como los pactistas José Ángel Córdova y Luis Ernesto Villarreal, pues no puede permitirse el lujo de que le enreden las claves de la sucesión federal con la local.

El otro tema es su presencia en la precampaña y la campaña, de darse un triunfo en las primarias panistas: Oliva quiere vender caros los votos de Guanajuato y usufructuar su fama de operador electoral.

Por eso, entre otras razones, parece que ha decidido tomarse las cosas con calma.

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