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Oliva se suelta el pelo

In Análisis Político on marzo 4, 2011 at 3:23 am

Parece parte de una ofensiva orquestada por expertos en marketing político: Juan Manuel Oliva da un manotazo en la mesa tres días antes de su cuarto informe y despide a un secretario que no era más que un eslabón débil en una cadena de eslabones a punto de la ruptura; tras el acto de autoridad, reforzado por la cooptación de un cuadro confiable del panismo reciente, ofrece un espectáculo multimedia para su rendición de cuentas.

El mandatario mandó mensajes en lo local. Primero a su propio gabinete, con el despido de Jorge Armando Aguirre Torres y el fichaje de Éctor Jaime Ramírez Barba; después a un estamento político inquieto por las posibilidades de una licencia, recalcando la intención de consolidar su gobierno; finalmente, a quienes le han criticado sin darle cuartel, exponiendo logros que no pueden ser negados sólo cerrando los ojos, como la inversión en educación.

Pero también persiguió posicionarse en el plano nacional, con tres presencias que enlazan una proyección de tintes específicamente políticos: el rector de la UNAM, José Narro Robles, actor más político que académico que se ha insertado en el debate duro sobre el futuro del país más allá de los devaneos ideológicos de los partidos; el presidente del PAN, Gustavo Madero, preocupado por ampliar una baraja de precandidatos presidenciales que no despega; y, desde luego, el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, vínculo directo con el presidente Felipe Calderón, cuya representación trajo.

Para cerrar el ciclo de relanzamiento, que si bien ya no parece perseguir el sueño del salto al escenario nacional, pero sí establecer a su gobierno como un factor de influencia en el universo panista ante la intensa temporada preelectoral que se avecina, Oliva arriesgó un montaje multimedia para rendir un informe con el máximo impacto ante la audiencia presente en el teatro Bicentenario.

El riesgo le rindió, más allá de esporádicos errores técnicos o desconexiones de la presentadora de televisión utilizada como facilitadora del evento. El formato fue ágil, los mensajes directos y la puesta en escena dejó al respetable con un buen sabor de boca.

Queda el reto de replicar ese efecto ante las grandes audiencias durante los escasos días en que se puede realizar propaganda intensiva, pero por lo pronto Oliva reposicionó su margen de maniobra ante el círculo rojo y, específicamente, en la ciudad de León, un lugar donde el asedio en su contra se intensifica.

Al quitar el ropaje mercadológico, del informe queda sobre todo la impresión de que la inversión en educación, a través de las becas y la construcción de nuevos espacios del nivel superior; así como la atracción de inversiones, son los renglones donde este gobierno puede presumir.

Quedan pendientes en la política social, precisamente de la que se pretende que surja el abanderado de la continuidad del grupo político en el poder. Campo, migración, pobreza, ante la magnitud de sus rezagos y los cortos recursos públicos, seguirán siendo asignaturas pendientes.

Por lo pronto, tras esta coyuntura del calendario oficial, Oliva puede respirar con mayor tranquilidad: el equipo parece reagruparse, aunque deberá mantener alto el tono de exigencia y no recaer en la indolencia; los peores embates críticos contra su gobierno, algunos de ellos soportados en errores graves de su administración, otros inventados, no le han afectado más que en el ánimo que ya parece recuperado.

Puede cerrar con buen paso, incluso mantenerse como un factor relevante en las decisiones nacionales de su partido, pero todo eso requerirá concentración, buscar los nuevos equilibrios de su gabinete y mantener las tuercas apretadas. Ese es el reto, más allá del buen montaje escénico y la mercadotecnia adyacente que vimos ayer.

Botepronto

No es paradoja, sino consecuencia: el PRI vivirá desde hoy un nuevo ciclo nacional que en Guanajuato significará un fin de etapa. José Luis González Uribe, encumbrado a una dirección política más por razones de cercanía personal con Beatriz Paredes que por méritos personales o factores de poder, iniciará un proceso acelerado de desgaste que dañará irremediablemente al partido que dirige.

Con todo el respaldo paredista detrás de él fue incapaz de conciliar las diversas corrientes priistas, sin ese cordón umbilical se acentuarán sus temores y su parálisis se volverá más drástica.

Ha abandonado a algunos de sus aliados, como Alejandro Arias a quien ni siquiera intentó defender del embate jurídico de Bárbara Botello que persigue su encarcelación; tampoco puede confiar en ésta ni en Miguel Ángel Chico.

Con otros dos factores de poder, Francisco Arroyo y Gerardo Sánchez, mantiene más esquemas de desconfianza que de entendimiento. Nunca se apoyó en Carlos Chaurand, incluso desperdició su vieja afiliación a Roberto Suárez Nieto que en algo hubiera podido ayudarlo.

Incapaz de detener la balcanización priista en Guanajuato, González Uribe dejará un PRI aún más indefenso que el que recibió cuando finalmente, más temprano que tarde, el destino lo alcance.

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