Por tercera vez como legislador y por décimo año consecutivo, el guanajuatense Francisco Arroyo Vieyra será Vicepresidente en la mesa directiva de una de las dos Cámaras del Congreso de la Unión. Lo fue en su anterior diputación, de 2003 a 2006; lo refrendó en el Senado, de 2006 a 2012; e inicia como tal en la nueva Cámara de Diputados.
Buena parte de esa trayectoria la ha hecho Arroyo de la mano de Manlio Fabio Beltrones, con quien comparte aventuras parlamentarias precisamente desde 2003. Con doce años de experiencias previas, desde 1991 en que llegó a su primera Cámara Federal, el político capitalino se convirtió en el operador parlamentario por excelencia del ex gobernador sonorense, y hasta la fecha.
Esos méritos no le fueron suficientes para convencer a la cúpula de su partido de que podría haber sido un buen candidato a la gubernatura. El PRI se ilusionó con José Ángel Córdova y se resignó a Juan Ignacio Torres Landa, quien sin embargo hizo un papel más que digno, no obstante que la campaña nunca pasó de ir a medio gas.
A diferencia de un político pedestre como el salvaterrense Gerardo Sánchez, que usó su aumento de poder para adquirir conflictos con medio PRI, lo que le obligó a refugiarse en Guanajuato para realizar un desangelado congreso agrarista con aire echeverrista, Arroyo está otra vez en el lugar ideal para mantenerse vigente en el escenario nacional y, como consecuencia, en el local.
Su pacto con Torres Landa, que sigue vigente tras la derrota electoral de éste, muestra que ha aprendido lecciones del pasado y que ya no va a todas las batallas.
Si algo se derivará del crecimiento electoral del PRI y de la recuperación significativa de espacios en la pasada elección, será una nueva expectativa para recuperar el poder en la próxima cita por la gubernatura.
Allí veremos a muchos de los actores que lograron sobrevivir en esta ocasión.