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Torres Landa y la asignatura de las alcaldías

In Análisis Político on marzo 7, 2012 at 2:52 am

 

No pudo ser como lo soñó, pero es a final de cuentas el precandidato único del PRI a la gubernatura del Estado. Juan Ignacio Torres Landa no fue ungido de unidad, sino que debió registrarse para un proceso y le tuvieron que ayudar eliminando a un oponente en busca de reflectores y algún ofrecimiento político.

Tampoco salió de manera conjunto con los candidatos a las alcaldías de León, Irapuato y Celaya, como ambicionó para posicionar su fuerza frente al PAN. Es probable que otra de sus ideas preestablecidas, la de impulsar candidatos de la sociedad, tampoco resulte, por lo menos no en todas partes.

Sin embargo, Juan Ignacio no puede quejarse. Su hazaña, desde el punto de vista de la nomenclatura priista guanajuatense, whatever it means, fue una gran reivindicación: impedir un nuevo capricho centralista en Guanajuato como parecía serlo el antojo de hacer candidato al panista José Ángel Córdova Villalobos.

Así que, lo demás es lo de menos. El plan tres más uno ha dado paso a las complicadas negociaciones entre los sectores, las organizaciones y las corrientes, como es usual en el PRI, de donde saldrán no candidaturas ideales, pero sí las candidaturas posibles con las que este partido haga frente al panismo gobernante.

En León, por ejemplo, ha surgido con fuerza la posibilidad de que el candidato sea un prospecto más bien marginal hasta ahora: el empresario curtidor Alejandro Vargas Martín del Campo, quien se hizo hace un par de años con el fantasmal membrete de la CNOP al que ha convertido en una fuerza de choque en las colonias populares a golpe de dinero.

Nada garantiza que este personaje, que ha llenado el municipio de anuncios espectaculares de pésimo gusto y peor castellano, sea el mejor cuadro que el PRI puede presentar al electorado de León, pero es sin duda el que tiene el mejor respaldo a nivel nacional: el de Emilio Gamboa, el poderoso líder nacional de la CNOP y próximo coordinador de la bancada priista en el Senado.

Así, atado a intereses nacionales, Torres Landa ha abandonado ya su primera idea de postular al empresario constructor Jorge Videgaray, actual presidente del Sistema de Agua de León y hombre cercano al PAN y a las jerarquías eclesiásticas.

También, el virtual candidato priista desperdiciará  la innegable popularidad de Bárbara Botello Santibáñez y le meterá mayor tensión a sus relaciones con el PVEM, que ya se ha pronunciado por la ex candidata del 2009.

Los intereses de las altas jerarquías nacionales también juegan en Irapuato, donde el aspirante emergente Eduardo Nieto Castro, un empresario del ramo ferretero que ha cultivado una gran cercanía con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, aparece como el hombre a vencer.

Muy alejado ya del repetidor Jesús Félix Servín, Nieto Castro se ha reunido en los últimos días con representantes de las diversas corrientes de Irapuato y ha venido hilvanando consensos. Sin embargo, su mayor apoyo sigue siendo el que recibe desde la ciudad de México.

La política, finalmente, no puede ser una asignatura de laboratorio, sino la administración de las eventualidades y la construcción de opciones con los recursos a mano: el arte de lo posible, decían los clásicos.

Juan Ignacio Torres Landa es un hombre de vocación política, por genética y por su propia experiencia vital. Tendrá que echar mano de ese bagaje en los próximos días para evitar que el desorden prevaleciente en el priismo local y la excesiva injerencia de los factores nacionales, le obligue a convertir su proyecto en un Frankenstein.

Si bien los planes son modificables, los objetivos tendrían que permanecer. Veremos si lo logra.

arnoldocuellar@zonafranca.mx

 

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