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PRI: una noticia buena y otra mala

In Análisis Político on febrero 22, 2012 at 2:55 am

 

La semana arrancó con profundas tensiones entre los priistas de Guanajuato y, particularmente, los de la ciudad de León, la mayor urbe del estado y la que agrupa la cuarta parte del padrón estatal de electores.

El regreso de vacaciones de Jorge Videgaray Verdad, el presidente de Sapal y ya una vez candidato a alcalde perdedor frente al panista Jorge Carlos Obregón Serrano, aceleró la adrenalina en tres partidos políticos: PRI, PVEM y PAN.

Ante un comité de notables, señaladamente Salvador Oñate y Arnulfo Padilla, sin la presencia de dirigentes formales o líderes de corrientes, Jorge Videgaray aceptó la propuesta torreslandista de ir por la alcaldía y despejó una primera incógnita alimentada a lo largo de la semana. Sin embargo, vendrían más.

Unos minutos antes de ese anuncio, que se quería espectacular, una jugada realizada por el PVEM pero iniciada en círculos priistas, incluso también torreslandistas, vino a enredar más las cosas, como si aún fuera posible.

La declaración de Eugenio Martínez Vega, a través de su cuenta de Twitter, de que declinaba en apoyo a Bárbara Botello fue un golpe directo bajo la línea de flotación de la maniobra de Juan Ignacio Torres Landa, a grado tal que obligó al precandidato en funciones de operador político a buscar este martes al senador Arturo Escobar, de la dirigencia nacional del Verde, en la ciudad de México, sólo para recibir la respuesta de que la dirigencia local tiene la mano en las decisiones locales.

Sin embargo, la jugada de Torres Landa para convencer a Videgaray ya venía debilitada por las mismas razones que hacen flaquear al propio aspirante a la gubernatura: la precondición de que sólo acepta la candidatura si esta es de unidad; es decir, si todos declinan.

La maniobra de Bárbara Botello, en conjunto con poderosos aliados en los medios de comunicación y en el propio PVEM que le reconoce una capacidad competitiva muy superior a la del directivo de Sapal, muestra que más allá de sus declaraciones de institucionalidad, está en abierta búsqueda de la candidatura a la alcaldía, pues nada de todo eso sería posible sin su anuencia.

Esa misma postura la asume, desde una beligerancia pasada de moda, el hosco dirigente del sector popular priista, Alejandro Vargas, quien amenaza con registrarse para una contienda ante cualquier intento de dedazo. El ex dirigente de los curtidores tiene poco que perder, muchos agravios por cobrar y una gran vanidad por satisfacer, lo que lo convierte en un riesgo real para cualquier estrategia de consensos cupulares en el PRI.

Como, además, la candidatura del propio Torres Landa ha sido colocada como rehén del arreglo de las candidaturas municipales, sobre todo la de León, el enredo de la designación en esta ciudad trae complicaciones mayores a la estrategia global del PRI a nivel estatal.

Las dificultades se agudizan si se piensa en las diferentes pistas  en que se mueve una decisión que debería corresponder sólo a los priistas: un sector nada desdeñable del primer círculo empresarial del estado tiene opinión y es de peso, pues de ahí derivan importantes apoyos a las campañas; factores de presión externos como posibles tránsfugas del panismo, sociedad civil y hasta el alto clero, también están siendo tomados en cuenta; la vieja guardia torreslandista no deja de accionar; por si faltara, un importante medio de comunicación también quiere guiar los pasos de Torres Landa en base a encuestas.

Hay, desde luego, dos noticias y, como en las viejas historias, una es buena y la otra mala: el PRI ha vuelto a ser visto como una opción viable de competencia política en el estado; sin embargo, en esa percepción parecen no tener nada que ver los priistas, simples espectadores de un juego que los rebasa sin que se hayan dado cuenta a qué horas ocurrió.

 

arnoldocuellar@zonafranca.mx

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